2. ¿Cómo se hace un Mapa Geológico?

La elaboración de mapas geológicos es un trabajo muy especializado que requiere detallados reconocimientos del terreno. Los mapas geológicos, de acuerdo con la finalidad de la investigación, pueden ser elaborados con muy diferentes criterios (Figuras 5 y 6): Mejorar el conocimiento geológico general de una región (mapa geológico s.l.), distinguir tipos litológicos (mapas litoestratigráficos), agrupar formaciones geológicas por edades (mapas cronoestratigráficos), poner en evidencia zonas con un elevado riesgo geológico (mapas de riesgo), racionalizar el uso y explotación de los suelos (mapas de ordenación del territorio), etc. La metodología aplicada en la construcción de cada uno de ellos puede ser diferente si bien los aspectos de campo y de gabinete son comunes a todos ellos.

En los trabajos de campo, el geólogo realiza una serie de itinerarios buscando afloramientos, es decir, zonas expuestas en la superficie de la Tierra que permiten observar las características geológicas del subsuelo. Una vez encontrado un afloramiento, éste se sitúa sobre un mapa topográfico o bien sobre una foto aérea. Con la ayuda de las herramientas típicas del trabajo de campo (martillo, lupa, brújula), intenta identificar las rocas presentes en el afloramiento así como todas aquellas características útiles (fósiles, orientación de planos y lineaciones en las rocas, etc.) en la posterior identificación. Debéis saber que el trabajo de campo puede ser extremadamente duro por lo que, a menudo, se trabaja previendo que no se volverá más al afloramiento estudiado. Así, cualquier observación ha de ser minuciosamente documentada en una libreta de campo, esquematizada mediante gráficos adecuados, fotografiada si se considera necesario y muestreada si ello es indispensable.

Al final de los trabajos de campo, el mapa resultante no es otra cosa que una serie de manchas de color y símbolos dispersos sobre el mapa topográfico o en la foto aérea. Si la cartografía ha sido efectuada con rigor, se trata de un mapa objetivo de extraordinario valor, puesto que debiera ser independiente de la persona que lo haya realizado: Se reflejan tan sólo aquellas características verificables en cualquier momento por cualquier otro observador.

El trabajo realizado en el campo y resumido como mapa objetivo debe ser complementado en el gabinete mediante la interpolación entre afloramientos separados. Cualquier técnica de interpolación introduce incertidumbre dado que se interpola para obtener información donde esta no ha sido tomada (por estar cubierto o inaccesible el terreno, por ejemplo). A diferencia de las interpolaciones matemáticas, la interpolación realizada en el gabinete por el geólogo se basa en la utilización de información obtenida mediante técnicas geofísicas directas (sondeos), indirectas (sísmica, magnetometría, gravimetría, etc.), en su propia experiencia, así como en el conocimiento geológico que posee de la región estudiada. El resultado final es un modelo geológico (un mapa) validado con la ayuda de los datos geofísicos y de campo. Los mapas finales poseen, por tanto, una cierta componente interpretativa.

¿Qué grado de verosimilitud puede tener una interpretación geológica? Es difícil responder a esa cuestión de forma simple. No obstante, podemos hacer una analogía matemática. Supongamos que hemos medido experimentalmente un par de puntos en la evolución temporal de una determinada variable física (p. ej., la
temperatura en la superficie del capó de un vehículo en una playa de estacionamiento al sol). En un momento dado se nos puede requerir de expresar la evolución temporal de la temperatura mediante una función matemática (es decir, enunciar una ‘ley’) a fin de interpolar (o extrapolar) el valor de la temperatura en cualquier momento. Si tan solo contamos con los dos puntos experimentales medidos, ¿Qué función empleamos? Obviamente, a través de dos puntos son susceptibles de pasar un gran número de funciones (una lineal, logarítmica, parabólica, etc.). Sin embargo, tan solo alguna de ellas tendrá un significado físico razonable. Si consideramos que el comportamiento real del sistema debe ser tal que debiéramos observar un comportamiento oscilatorio de la temperatura, reflejo de los ciclos térmicos diurnos y nocturnos naturales. Por ello, una elección razonable a efectos de enunciar la ley sería una función tipo seno. En la interpretación geológica sucede algo parecido. Si una región determinada está caracterizada por la presencia de pliegues, en la interpretación geológica que hagamos de otra adyacente, habremos de considerar los pliegues en la interpretación. Ello no implica, en absoluto, que esta sea la mejor y única solución posible. Ahí es donde adquiere valor la experiencia del profesional.