¿Creés que todos los países y sectores sociales tienen la misma responsabilidad frente al cambio climático?
Mi postura inicial es que la responsabilidad frente al cambio climático no es igualitaria ni equitativa entre todos los países y sectores sociales. Sergio Federovisky nos advierte que es una "abstracción" decir que "somos todos" responsables, ya que esto oculta a los verdaderos responsables. De hecho, nos revela un dato contundente: 100 empresas son responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Esta cifra por sí sola demuestra que la carga principal no recae por igual en toda la humanidad.
Federovisky también critica una "definición de progreso que atrasa", donde el progreso se mide por la cantidad de basura generada, pesticidas usados, toneladas de hormigón, la voladura de montañas para extraer oro o la construcción de represas que ponen en riesgo ecosistemas. Esta visión, impulsada por un sistema que él describe como de "exacción de los recursos naturales disfrazado de progreso", es el verdadero motor del "marasmo actual".
Greta Thunberg, por su parte, subraya el aspecto de la equidad o justicia climática, que es fundamental según el Acuerdo de París. Ella argumenta que los países ricos deben reducir sus emisiones a cero en un plazo de 6 a 12 años para permitir que las naciones más pobres puedan aumentar su nivel de vida y construir infraestructuras esenciales. Esto recalca que aquellos que históricamente han contribuido más al problema y tienen mayores recursos, tienen una responsabilidad mayor.
Rodrigo Arnaud también divide el problema entre las "grandes empresas" y los "millones de pequeños productores y consumidores", aunque reconoce que las grandes empresas "tienen parte de la responsabilidad". Sin embargo, la escala de la contribución difiere drásticamente.
En resumen, si bien todos tenemos un rol, las causas estructurales y la desproporcionada contribución de un pequeño número de corporaciones y las naciones más desarrolladas indican que la responsabilidad no es la misma.
¿Cuál es tu contribución a esta problemática? ¿Crees que podrías reducir tu contribución? ¿Qué estás haciendo al respecto?
Reconozco que, como individuo en una sociedad de consumo, mi estilo de vida contribuye a la problemática ambiental. Mis decisiones de consumo y la gestión de mis residuos tienen un impacto.
Rodrigo Arnaud sugiere que podemos hacer cambios significativos a nivel personal: elegir productos de empresas con responsabilidad ambiental, separar los residuos, clasificarlos (PET, aluminio, vidrio, papel) y llevarlos a centros de acopio para su reciclaje y reutilización. Estas "pequeñas decisiones individuales" pueden, en conjunto, convertirse en una "gran solución colectiva" que influya en las grandes empresas y gobiernos, ya que la responsabilidad ambiental se convierte en un factor de demanda.
Actualmente, intento reducir mi contribución a través de varias acciones:
-
Consumo consciente: Elijo productos duraderos, de empresas que conozco con compromisos de sostenibilidad, y evito el consumo excesivo.
-
Gestión de residuos: Separo mis residuos en orgánicos e inorgánicos, y dentro de los inorgánicos, clasifico plásticos, vidrios, metales y papel para su correcto reciclaje.
-
Ahorro de energía y agua: Apago luces innecesarias y soy consciente del uso del agua, siguiendo los principios de eficiencia.
Sin embargo, como señala Sergio Federovisky, si bien estas "tareas ecológicas" individuales son "nobles" y "necesarias", a menudo "su aporte no resulte significativo a la hora de cambiar las cosas" si no se enmarcan en un cambio sistémico. El "nuevo hombre verde", que cumple con estos deberes, es, en la visión de Federovisky, una "síntesis maliciosa" que nos responsabiliza por la catástrofe mientras las grandes corporaciones "exprimen los recursos naturales hasta agotarlos".
Por lo tanto, creo firmemente que sí, puedo y debo reducir mi contribución individual, pero esto no es suficiente.
Posibles caminos a seguir:
Para un cambio real, es fundamental una redefinición del progreso. No se trata de dejar de desarrollarnos, sino de un "desarrollo sostenible" que satisfaga las necesidades sociales tomando en cuenta la viabilidad ambiental.
Los caminos a seguir deben ser multidimensionales:
-
Políticas Públicas Transformadoras: Sergio Federovisky enfatiza que la sociedad es una "construcción colectiva" y sus comportamientos se modifican a través de políticas públicas. Estas políticas deben respetar las cuatro leyes de la ecología de Barry Commoner:
-
Todo está conectado con todo lo demás.
-
La naturaleza es más sabia (el monocultivo no es sustentable).
-
En la naturaleza no existe el tenedor libre (los recursos son finitos).
-
Todo va a parar a alguna parte (no hay "afuera" en la naturaleza; el residuo es un concepto social). Estas políticas deben incluir proyectos, planes, metas y evaluación de la calidad ambiental, y deben implementarse "rápido".
Regulación Efectiva para Grandes y Pequeños: Rodrigo Arnaud menciona que las cumbres internacionales han impulsado regulaciones para que las empresas internalicen el costo de reparar el daño ambiental, y esto ha dado "muy buenos resultados". También destaca que la regulación para los pequeños, como la verificación vehicular o la separación obligatoria de residuos, está funcionando. La conciencia es importante, pero la regulación puede complementarla eficazmente.
Cambiar las Reglas del Juego: Greta Thunberg sostiene que no podemos salvar el mundo siguiendo las reglas actuales, sino que "tenemos que cambiar las reglas". La crisis climática ya tiene soluciones, pero necesitamos "despertar y cambiar". Los discursos motivacionales no han funcionado en 30 años; necesitamos acción, y la esperanza seguirá a la acción.
Conciencia y Acción Colectiva: La educación ambiental es clave para generar conciencia, es decir, conocer los beneficios de actuar correctamente y estar consciente del problema. Cuando una masa crítica de personas actúe conscientemente, esto generará presión sobre empresas y gobiernos para que también incorporen la responsabilidad ambiental en sus agendas.
En conclusión, la emergencia climática, acelerada por nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, nos exige una respuesta urgente y contundente. Si bien la responsabilidad no es homogénea, la solución requiere un esfuerzo conjunto que vaya más allá de las acciones individuales aisladas, exigiendo y construyendo políticas públicas robustas y un cambio de paradigma sistémico que redefina nuestra relación con el progreso y la naturaleza.