En los últimos años, el estado de bienestar Keynesiano ha transicionado a un estado del trabajo. Los organismos supranacionales han venido ganando una creciente importancia en la vida de los habitantes; muchas funciones que eran del estado se han trasladado a entidades comunes a varios estados. Algunos ejemplos son la comunidad económica europea, la organización mundial del comercio, los tribunales internacionales, etc. La ampliación de las fronteras, desde un punto de vista económico, perfilan para las comunidades locales un nuevo desafío: ser productivas más allá de los límites de su estado. La competencia ya no solo se da entre unas pocas localidades de un mismo estado, que son protegidas por las autoridades nacionales, si no que el mercado se ha ampliado y la única ventaja de unos sobre otros es su competitividad.
En mi vida cotidiana, puedo acceder a una universidad pública sostenida con los impuestos de los ciudadanos.